En la guerra como en el amor se dice que hay unas en las que ganas y otras en las que pierdes, pero que pasa después de la derrota, que hay mas allá de un corazón roto, que pasa cuando no terminas de escribir aquel poema, el que se supone tu máxima creación.
Es difícil realizar un pacto al finalizar y que todo quede como antes de la derrota; la cólera se posa sobre el amor y la razón, orgullo y vanidad son buenas compañeras; tiene que pasar mucho tiempo para que se logre algo comprensión y que ambos logren su bienestar.
Es difícil el amor verdad.
Aquel día en que pusiste aquel anillo de compromiso en su dedo pequeñito pensaste que seria para siempre. De ahí al altar el camino es largo y los problemas se acrecientan como sospechando lo que va a suceder. Y entonces llega el día en el que te dijeron, esto no está bien, tengo otros planes para mí y tarde o temprano me iré a China a trabajar por allá y nos tendremos que separar.
Y los planes de vivir juntos por siempre, las mañanas al despertar juntos, las noches de cena preparada por él que llegue primero a casa, los besos y caricias que siempre se imaginaron; a donde se va esto o donde queda todo esto.
Lo único cierto es que aun no hay respuesta lógica para esa pregunta. Lo que queda es ponerse nuevamente de pie, así como cuando un poema incompleto es guardado como bosquejo y luego considerado una inspiración para una nueva creación.
Cuando el amor termina, un buen caballero, el poeta que siempre encuentra inspiración en el amor, nunca deja de escribir, nunca deja de enamorarse.
Yo aun guardo varios poemas inconclusos y ahora estoy escribiendo uno nuevo, en el cual el primer beso fui único y salado, uno que espero lleve estampada nuestra firma. El amor te da fuerzas para seguir intentando e intentando; he caído miles pero aun sigo en pie. Y tú piensas seguir ahí en el piso o empezar a escribir tu nuevo poema.
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